sábado, 23 de julio de 2016

Monstruos

No debes temer a los monstruos.
Mira:
viven en mí.

Hablo su canto y su sombra,
su búsqueda
                      taciturna,
por el Mar y la Niebla
del misterio.

¿Cuál?
El de todos los días.
El que nos despierta
en las mañanas
más brillante que el Sol,

y nos llama
con la Voz aprendida del amor
y del destino.

Ahora sé
que no debo temer a los monstruos
porque viven en mí.

Soy para ellos
una madre
que los nutre y los rechaza

enviándolos
a un exilio literario
del que vuelven
cuando las luces caen
en el sueño
de las luciérnagas
y las polillas.

Caminan conmigo,  al fin.
Viven o mueren
según sea mi deseo,
y el tiempo es el festín
en el que vierten
ríos de agua congelada

de las bocas y los ojos
tristes,

porque son mis monstruos,
y a cambio de su fuerza,
les permito tomar aire
en nuestro mundo y nuestra Realidad.


Ecos

Inconexos,  como murmullos,

sus voces
me alcanzan con nitidez.

La brecha,
abierta como una llaga,
entre el presente
y el pasado que todavía respira,
parece cerrarse.

Es espantoso.

La mayoría de los ecos
son promesas de cristal,
rotas,
que aún cantan
con sus voces molidas.

Apenas palabras que fueron dichas
o escritas.
Palabras que compramos
a precios de oro
y que pagamos con nuestro afecto,
pero que no valían nada.

Pero su efecto se deshace
como hielo sobre arena,

dejan a penas un rastro de humedad que ha de perderse
según la seque el tiempo,

según sus nombres
mueran
de sed
poco a poco
en el Desierto.

viernes, 8 de julio de 2016

Palanca

The anger; la angustia.
El lenguaje donde las pausas y las palabras son o no, respuestas correctas; llaves secretas para puertas inutilizadas,
Muros falsos,
Heridas abiertas por donde corren las hormigas, con sus imperturbables patas, con sus vidas diminutas, apuntando siempre hacia el interior de la carne.

Cruzar o no. Pisar o no. Cuando eres hormiga, no preguntas. Recorres el mapa de tu tristeza, del dolor nuevo que se parece mucho al antiguo, pero no es el mismo, del placer que se desdibuja, de la mano en la palanca: la Última, la Palanca de palancas,

la palanca que hará el shut down de las emociones del dueño de la mano, de las heridas, las llaves, las puertas y los callejones.
También de las hormigas.

El shut down que acabará con el dolor y con los ríos de ira-incertidumbre.
Que destruirá tu capacidad de trabajo hasta nuevo aviso.
Que pondrá todos tus sistemas a dormir.

lunes, 4 de julio de 2016

Fe

Me gusta cuando sueñas conmigo; cuando me sueñas como un ente soñante, a su vez, no como una presencia impasible a la que rozan tus dedos por accidente.

Dentro de ti, somos como Shiva: bailamos y soñamos el mundo en donde viven los despiertos. Nada mal. Es algo a lo que puedo acostumbrarme; a las habitaciones blancas, a los largos paseos por ciudades cuidadosamente construidas, como aquella en donde hallamos una iglesia a la orilla de un lago, y en donde nos perdimos, por sus calles adoquinadas llenas de pájaros y del baile de la luz por entre las hojas.

Eres mucho más que todo eso. Eres tantas cosas, ocupándolo todo en tantas partes... el sonido nocturno indescifrable, escabulléndose por las cortinas, dejando marcas invisibles. Por eso te sueño y te coloco en todos estos escenarios imposibles. Porque ése es el mundo al que pertenecemos y que nos ha sido arrebatado, cuando se nos forzó a vivir en éste, con todas sus reglas complicadas.

Pero tengo Fe.