Inconexos, como murmullos,
sus voces
me alcanzan con nitidez.
La brecha,
abierta como una llaga,
entre el presente
y el pasado que todavía respira,
parece cerrarse.
Es espantoso.
La mayoría de los ecos
son promesas de cristal,
rotas,
que aún cantan
con sus voces molidas.
Apenas palabras que fueron dichas
o escritas.
Palabras que compramos
a precios de oro
y que pagamos con nuestro afecto,
pero que no valían nada.
Pero su efecto se deshace
como hielo sobre arena,
dejan a penas un rastro de humedad que ha de perderse
según la seque el tiempo,
según sus nombres
mueran
de sed
poco a poco
en el Desierto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario