No sé si seas "feliz".
No sé si estés bien, o si estás o no mejor con el tiempo.
Tampoco sé quién eres, cómo eres o qué es lo que tienes volando entre tus dedos, llamándose tuyo; no habito, no existo en el mismo plano de los saberes absolutos. Aún así, me gustaría ser "menos como yo" y "más como tú":
palabras. silencio mudo. párpados comprometidos.
Tengo la impresión de dormitar. De hablar para mí misma, con los labios apretados, sintiendo una lengua fantasma agitándose, ahogándose ajena, en mi boca; llenándose de dientes, entre los dientes. Hileras de dientes. Una lengua mía, que no es mía, nombrándose a gritos;
La respiro
me respira
molusco tibio que abandona su cavidad oscura, entrelazado entre mis labios, en un canto húmedo,
cielo y canto redondo, por un río que se seca.
Ajeno y Robado
como el aire.
No estoy aquí. No existo. El suelo y mi suelo pertenecen a la misma vertical, siempre ascendente por el olor a hierba; pero no soy una ninfa de los lagos, ni un espíritu de la naturaleza. Mucho tiempo quise ahogarme en una taza de café, lo que explica por qué mi boca termina siendo un sorbo de chocolate y canela y campo viejo, antes que ser verdadera.
Nunca se me dio bien eso de ser de verdad.
Mi boca termina siendo
abismo oscuro
penumbra imperfecta;
apenas un manchón borroso que se abre, con miedo. Con cautela.
Contando: Palabras y silencio, con los ojos cerrados, con cada vez menos cuidado.
Preguntándome si eres feliz, si estás bien, si estás o no mejor conmigo, con el tiempo:
quién eres, cómo eres, qué eres
qué tienes
mío, entre la pinza de tu beso
hablándome, mío y tuyo, en la lengua infinita y breve de las nubes.
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